Después de un mes de impasse, sin entradas al blog, quiero retomar la actividad de este año haciendo algunos comentarios sobre el último tema del año pasado (“Incendiaron a Papá Noel”) y los 80 mensajes dejados por los lectores.
Lo primero es volver a dejar en claro que la figura de Papá Noel no resulta la más representativa del verdadero espíritu navideño (*)... Siempre fueron los Reyes Magos, los que traían ofrendas y regalos al recién nacido, los personajes que los “más grandecitos”, en nuestras infancias, más fuertemente relacionamos con la Navidad. Como afirma una sobrina: “A mi me gustan más los Reyes Magos porque te traen lo que pedís, en cambio Papá Noel te trae boludeces...”
Aprovecho entonces para invitarlos a recorrer virtualmente la muestra de pesebres (la más auténtica imagen de la Navidad) organizada por “Navidad en City Bell”
Aclarado este tema, creo la quema de un muñeco tampoco hubiera sido una noticia tan alarmante comparada con tantos otros desmanes que regularmente se llevan a cabo durante las horas nocturnas: grupos de adolescentes rubios o morochos, que andan en bici, en zanelita, a pié o manejando los autos de papá (¡o los propios!), vistiendo con prendas de marca compradas en Cantilo o en “La Salada”, los que posiblemente consumieron solamente alcohol (en el mejor de los casos) y están aburridos... Ellos forman parte de una sociedad en la que se ha establecido una cultura del desmán, del corte, de la pintada, de la rotura y, en definitiva, de la violencia (*). Varios programas de TV se alimentan de imágenes de las salidas de los boliches que indefectiblemente terminan en peleas... (Porque a los que se divirtieron sanamente y vuelven con normalidad a sus casas, no los muestran...). Además, en La Plata, también se institucionalizó la costumbre de la quema de muñecos (*) y este era un muñeco...
Me parece que el detalle que transformó este hecho en una especie de “hallazgo periodístico” fue la humana reacción de Ana María de juntar y fotografiar las cartitas de los chicos... Y me parece que el golpe fue más para los adultos, que nos pusimos en la piel de esos chiquitos y nos sentimos defraudados...
Pero sobre todo, me llamó mucho la atención cómo a lo largo de las opiniones, la quema del muñeco derivó en uno de los temas que más fuertemente polariza a nuestra comunidad, la de la convivencia de los "habitantes tradicionales de City Bell" contra “los caretas con sus motos sobre la vereda y sus 4x4” y contra “los pibitos que andan en bici” (SIC)...
En este punto me gustaría volver sobre algunos conceptos resumidos en la entrada “Simbiosis, comensalismo o depredación?”, porque me parece que nos pueden ayudar a entender lo que nos pasa.
En la naturaleza, las especies vegetales y animales conviven compartiendo sus hábitat y compiten entre si llegando a un equilibrio dinámico sustentable en el tiempo. Naturalmente nuevas especies pueden ir introduciéndose en estos ecosistemas (por ejemplo, en los últimos años, en la zona urbana de City Bell aparecieron chincheros y algunos loros y catitas, llegados por corrimientos en las fronteras de hábitat de los primeros o liberación de especies en cautiverio de los segundos (*)). Estas nuevas especies compiten con las locales hasta desaparecer, adaptarse y convivir manteniendo un equilibrio o prosperar en forma desmedida por contar con mejores recursos y estrategias que las especies locales... Esto último parece estar pasando con los estorninos, que compiten en forma desigual con especies autóctonas (ya nos volveremos a ocupar de ellos)
Algo así está pasando en City Bell... Durante casi toda su historia el pueblo tuvo un crecimiento sostenido, progresivo y adecuado; había espacio suficiente, los servicios de luz, agua, cloacas, seguridad, transporte, educación, etc. parecían ser suficientes para cubrir ese crecimiento vegetativo, progresivo y vivimos felices durante mucho tiempo...
Pero a partir del auge de los barrios cerrados y countrys, la población aumentó notablemente aunque al principio no había demasiada interacción ni superposición... Allá ellos y aquí nosotros...
Tratando de entender qué fue primero (si el huevo o la gallina), City Bell aumentó más que proporcionalmente su oferta comercial y la nueva población abandonó sus alambrados perimetrales y comenzó a venir al centro... Y así empezó una realimentación positiva (llamada así no porque es “buena” sino porque el efecto potencia la causa... es como la taquicardia: uno se asusta y aumenta la taquicardia produciendo más susto y más taquicardia...)
Estas realimentaciones positivas terminan casi siempre en catástrofes...
Las que mantiene los equilibrios son las realimentaciones negativas. Por ejemplo: más roedores hacen que crezca la cantidad de aves rapaces, las que se alimentan de roedores, disminuyen su población y mantienen el equilibrio... Si las rapaces aumentaran excesivamente su población, extinguirían a los roedores y morirían de hambre...
La introducción de estos volúmenes importantes de población en un área acotada (Cantlio de Estación a Plaza) favoreció la expansión comercial y consecuentemente la competencia entre marcas (no por el mejor precio...), la instalación de más bares y restaurantes, la necesidad de nuevos espacios para estacionar, el consumo eléctrico (vidrieras, aires acondicionados...), las oportunidades de delitos y finalmente: la intolerancia...
En definitiva, creo yo, esta es una competencia por recursos y particularmente por el recurso espacio... por la tierra que se asfalta, por los jardines que se pierden, por las casas transformadas en comercios, por el lugar necesario para transitar por la vereda, por el lugar dónde estacionar, por calles por donde poder andar en bicicleta, por “nuestro” espacio vital...
Lo primero es volver a dejar en claro que la figura de Papá Noel no resulta la más representativa del verdadero espíritu navideño (*)... Siempre fueron los Reyes Magos, los que traían ofrendas y regalos al recién nacido, los personajes que los “más grandecitos”, en nuestras infancias, más fuertemente relacionamos con la Navidad. Como afirma una sobrina: “A mi me gustan más los Reyes Magos porque te traen lo que pedís, en cambio Papá Noel te trae boludeces...”
Aprovecho entonces para invitarlos a recorrer virtualmente la muestra de pesebres (la más auténtica imagen de la Navidad) organizada por “Navidad en City Bell”
Aclarado este tema, creo la quema de un muñeco tampoco hubiera sido una noticia tan alarmante comparada con tantos otros desmanes que regularmente se llevan a cabo durante las horas nocturnas: grupos de adolescentes rubios o morochos, que andan en bici, en zanelita, a pié o manejando los autos de papá (¡o los propios!), vistiendo con prendas de marca compradas en Cantilo o en “La Salada”, los que posiblemente consumieron solamente alcohol (en el mejor de los casos) y están aburridos... Ellos forman parte de una sociedad en la que se ha establecido una cultura del desmán, del corte, de la pintada, de la rotura y, en definitiva, de la violencia (*). Varios programas de TV se alimentan de imágenes de las salidas de los boliches que indefectiblemente terminan en peleas... (Porque a los que se divirtieron sanamente y vuelven con normalidad a sus casas, no los muestran...). Además, en La Plata, también se institucionalizó la costumbre de la quema de muñecos (*) y este era un muñeco...
Me parece que el detalle que transformó este hecho en una especie de “hallazgo periodístico” fue la humana reacción de Ana María de juntar y fotografiar las cartitas de los chicos... Y me parece que el golpe fue más para los adultos, que nos pusimos en la piel de esos chiquitos y nos sentimos defraudados...
Pero sobre todo, me llamó mucho la atención cómo a lo largo de las opiniones, la quema del muñeco derivó en uno de los temas que más fuertemente polariza a nuestra comunidad, la de la convivencia de los "habitantes tradicionales de City Bell" contra “los caretas con sus motos sobre la vereda y sus 4x4” y contra “los pibitos que andan en bici” (SIC)...
En este punto me gustaría volver sobre algunos conceptos resumidos en la entrada “Simbiosis, comensalismo o depredación?”, porque me parece que nos pueden ayudar a entender lo que nos pasa.
En la naturaleza, las especies vegetales y animales conviven compartiendo sus hábitat y compiten entre si llegando a un equilibrio dinámico sustentable en el tiempo. Naturalmente nuevas especies pueden ir introduciéndose en estos ecosistemas (por ejemplo, en los últimos años, en la zona urbana de City Bell aparecieron chincheros y algunos loros y catitas, llegados por corrimientos en las fronteras de hábitat de los primeros o liberación de especies en cautiverio de los segundos (*)). Estas nuevas especies compiten con las locales hasta desaparecer, adaptarse y convivir manteniendo un equilibrio o prosperar en forma desmedida por contar con mejores recursos y estrategias que las especies locales... Esto último parece estar pasando con los estorninos, que compiten en forma desigual con especies autóctonas (ya nos volveremos a ocupar de ellos)
Algo así está pasando en City Bell... Durante casi toda su historia el pueblo tuvo un crecimiento sostenido, progresivo y adecuado; había espacio suficiente, los servicios de luz, agua, cloacas, seguridad, transporte, educación, etc. parecían ser suficientes para cubrir ese crecimiento vegetativo, progresivo y vivimos felices durante mucho tiempo...
Pero a partir del auge de los barrios cerrados y countrys, la población aumentó notablemente aunque al principio no había demasiada interacción ni superposición... Allá ellos y aquí nosotros...
Tratando de entender qué fue primero (si el huevo o la gallina), City Bell aumentó más que proporcionalmente su oferta comercial y la nueva población abandonó sus alambrados perimetrales y comenzó a venir al centro... Y así empezó una realimentación positiva (llamada así no porque es “buena” sino porque el efecto potencia la causa... es como la taquicardia: uno se asusta y aumenta la taquicardia produciendo más susto y más taquicardia...)
Estas realimentaciones positivas terminan casi siempre en catástrofes...
Las que mantiene los equilibrios son las realimentaciones negativas. Por ejemplo: más roedores hacen que crezca la cantidad de aves rapaces, las que se alimentan de roedores, disminuyen su población y mantienen el equilibrio... Si las rapaces aumentaran excesivamente su población, extinguirían a los roedores y morirían de hambre...
La introducción de estos volúmenes importantes de población en un área acotada (Cantlio de Estación a Plaza) favoreció la expansión comercial y consecuentemente la competencia entre marcas (no por el mejor precio...), la instalación de más bares y restaurantes, la necesidad de nuevos espacios para estacionar, el consumo eléctrico (vidrieras, aires acondicionados...), las oportunidades de delitos y finalmente: la intolerancia...
En definitiva, creo yo, esta es una competencia por recursos y particularmente por el recurso espacio... por la tierra que se asfalta, por los jardines que se pierden, por las casas transformadas en comercios, por el lugar necesario para transitar por la vereda, por el lugar dónde estacionar, por calles por donde poder andar en bicicleta, por “nuestro” espacio vital...
Misto, renegrido y torcaza: cuando los recursos son suficientes no hay competencia entre los individuos, sean o no de la misma especie... |
Que mi vecino tenga pileta de natación está bien visto hasta que empieza a faltar el agua y pone una bomba que roba el agua de toda la cuadra... Deja de ser mi vecino para transformarse en un competidor... y quizás en un enemigo.
Arroyo Rodriguez: Peces compitiendo por los nutrientes traídos por las aguas del canal del Arroyo Pérez |
Cuando los recursos escasean y la población aumenta, empieza la pelea... Y más aún: la competencia entre las personas, que debería ser Intraespecífica (entre ejemplares de la misma especie), se transforma en Interespecífica (entre ejemplares de distintas especies) ya que empezamos a discriminar y terminamos hablando de los “nativos”, de los “viejos careta” y de los “negritos” como si no fuéramos todos personas con los mismos derechos y obligaciones.
Y la realimentación empeora la situación porque cada “estrato” se aglutina y “se hace fuerte” cómo y dónde puede... La vereda de Bliss se hace más intransitable para los peatones porque sus habitantes gozan de calefacción, anchos sillones, mamparas de vidrio que achican la vereda y hasta seguridad extra... Los “chicos de las zanelitas” forman núcleos cerrados en algunos de los bancos de Cantilo atraídos por las cumbias de sus celulares y los “criados de chicos en City Bell” nos juntamos a ver a La Caterva, en la feria, en las colas, en las paradas de los micros, en las fiestas del pueblo, en algunas caminatas y en algunos rincones de Internet y Facebook para llorar por lo que perdimos y evitar que dentro de poco a Cantilo la llamen XW-53.
Rescato el comentario hecho por un chico de 15 años que defiende su educación, sus planes de vida y la forma en que fue educado por su familia... Es cierto, no toda la sociedad está perdida... ni todos los jóvenes son violentos, ni todos los que tienen dinero son prepotentes, ni a los que le falta dinero les falta cultura, ni los que estamos por el medio y en City Bell desde siempre somos los dueños de la verdad y únicos merecedores de vivir en este pequeño paraíso... Este es simplemente un pensamiento en voz alta, uno más de los 80 dejados en la última entrada del 2011
Desde mis propios prejuicios y fastidios creo que tenemos que empezar a buscar la manera de poder transformar estos “territorios ganados” nuevamente en espacios públicos, a los que TODOS tenemos igual derecho a disfrutar...
(*) Culpa nuestra...