En estos días están construyendo nuevamente la vereda de la Plaza Belgrano. Y lo digo de esta forma por que la plaza ya tuvo una vereda perimetral, de la que hasta hace pocos días quedaba esta pequeña muestra.
De chico yo usé mucho esta vereda, libreta de hule negro en mano, yendo hasta la rotisería de mi tío "Don Pedro", en Cantilo entre 1 y 2 (donde ahora está "La Barrera"). Aprendí algo importante recorriéndola y ver que la están reconstruyendo me anima a compartir con ustedes esta pequeña historia...
La vereda original tenía 4 o 5 baldosones de 50 cm ancho, según recuerdo. Para poder cubrir un anillo circular con baldosas cuadradas, se las debe asentar inclinando levemente cada una respecto de la anterior; este pequeño giro permite cubrir la forma circular con cuadrados ¿se entiende?. Años después se me ocurrió calcular ese pequeño ángulo que distinguía a esta, de todas las demás veredas conocidas de City Bell.
El ángulo a de inclinación entre baldosas se podría haber calculado dividiendo los 360º de la circunferencia de la plaza por en número de baldosas necesario para circundarla.
Calculamos primero el perímetro: siendo de 60 metros el radio de la plaza (según planos), al restarle 1 metro de distancia de la vereda al cordón, resulta un radio efectivo de R=59 metros y aplicando la fórmula de Perímetro=2.pi.Radio, resulta una longitud de 370,7 metros.Al medir cada baldosa 50 cm, se necesitan aproximadamente 742 para dar toda la vuelta, y si dividimos los 360º por 742 baldosas resulta un ángulo a de 0,485175 grados.
También podríamos calcular el ángulo imaginando un triángulo rectángulo formado por el radio de la plaza R (como cateto mayor) y la baldosa L (como cateto menor).
Los catetos opuesto y adyacente de un triángulo se relacionan con la tangente del ángulo:
Tan(a) = L / R = 0,5 /59 = 0,008474576271186,
por lo tanto a = ArcTan (0,008474576271186) = 0,4855458300081 grados
(valor coincidente con el calculado anteriormente)
El ángulo de inclinación entre baldosas resulta ser de medio grado.
Este ángulo es casi imperceptible (es es menos que la décima parte del ángulo que forma el segundero de un reloj al avanzar de un segundo al siguiente) y comparado con el tamaño de la plaza y las irregularidades del perímetro y de las baldosas parece que debería poder despreciarse; pero ese pequeño ángulo me hizo ver, hace muchos años, cuando iba a la casa de mis tíos, un fenómeno que de alguna manera todavía me sirve:
Cuando caminaba por la vereda mirando hacia abajo, el pequeño ángulo resultaba imperceptible al mirar las baldosas una por una, y yo tenía la segura sensación de que me estaba desplazando en línea recta. Yo sabía con certeza que estaba parado en una curva pero mis sentidos, incapaces de ver más allá que lo que informaban mis ojos al cerebro, me ubicaban en una recta inexistente.
La verdad inobjetable y comprobada de la curvatura parecía desvanecerse por que lo que yo veía en cada paso era demasiado parcial y acotado, yo no miraba la vereda completa, miraba las baldosas una por una. A esa edad entendí que no sirve mirar sólo el próximo paso si uno quiere saber qué camino está recorriendo en realidad (no digo que lo haga, digo que lo descubrí.)
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En la Plaza Belgrano también aprendí que el camino más corto entra las actuales esquinas del Banco Provincia y del Francés, era una cuerda. Hacer este recorrido obliga a cruzar dos veces la misma calle, una vez “para allá” y otra vez “para acá”.
Dejando de lado el riesgo que implica cruzar dos veces la calle (que en aquella época era prácticamente nulo), la maniobra resulta totalmente razonable para un peatón que mire la esquina opuesta como meta, pero muy poco lógica para un tipo que venga circulando por la calle y ve al peatón cruzar de ida e inmediatamente de vuelta. Si no hubiera saltado Einstein con su teoría, créanme, yo la hubiera enunciado a partir de esta experiencia.
Esta observación siempre me pareció inconfesable por lo elemental y obvia, pero bastante tiempo después aprendí que las pequeñas ideas, las más breves frases, las cosas más elementales también merecen que uno se detenga en ellas y le dedique algunos segundos de su vida ¿no?, porque los hechos más insignificantes pueden modificar una vida más que un terremoto o un millón de dólares.
Por eso rescaté y quise compartir, con cariño y respeto, esas humildes observaciones de mi niñez, camino a lo de mi tía Mercedes, por la antigua vereda de la Plaza Belgrano de City Bell...
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Que bueno que vuelva a ver vereda en la plaza. Ojala la gente la cuide. Tendría que volver la fuente (ahora convertida en maceta gigante) y el bebedero. Gracias Juanjo x el recuerdo.
ResponderEliminarpara aclarar,se puede decir "que vuelva a haber" y "que vuelva a ver",a aunque los significados cambien.
ResponderEliminarComo siempre tan observador!!!!
ResponderEliminarLa plaza nos trae a todos muchos recuerdos... los actos en fechas patrias, el corso en carnaval, los juegos, etc. Espero que la "gente" respete un poco más "nuestra" PLAZA".
Sí... digo "nuestra" porque es de todos y esto va para todos. Algunos no son de City Bell pero, hay otros que sí son de acá (conocidos), a los que se los ha visto trepar sus voluminosos autos para ir al banco por ejemplo. Una barbaridad!!!!!
Sería bueno que le saques unas fotos ahora que la cuidan. Probablemente no la encontremos dentro de algunos meses como está hoy
ResponderEliminarLegué acá de casualidad... Lindo post!
ResponderEliminarSaludos!