”Todos los días son el día de la madre...”, pero algunas veces en el año, en algunas fechas especiales, nos ponemos a repasar algunas historias...
La historia de Inés, nuestra mamá, quizás no sea muy distinta de la de tantas otras madres, pero nuestra familia ha estado siempre un poco expuesta desde la vidriera de Pinocho y con un poco de celos la hemos compartido con generaciones completas de alumnos del colegio Estrada. Para todos aquellos que alguna vez se sintieron protegidos bajo sus alas y como homenaje a todas las madres, queremos compartir con ustedes esta sencilla historia de vida.
El abuelo José, papá de Inés, siguiendo los pasos de su padre y como casi todos en la familia, trabajó toda su vida en el ferrocarril, en distintas estaciones del centro de la provincia de Buenos Aires.
En 1922, estando trabajando en “Talleres”, en ocasión del casamiento de su hermana Carola, conoció a la hermana del novio y más tarde su esposa: nuestra abuela María Bárbura Bertencina ("Hortensia") Ragaglia, quien vivía en Adrogué.
Designado José como primer jefe de la flamante estación “El Trigo”, se instaló allí con su novia y futura suegra. Al año se casaron y formaron su hogar en el mismo edificio de la estación.
Conectada con el mundo sólo a través de las vías y en medio del campo, la estación tenía cinco dependencias utilizadas para usos específicos (habitación del cambista, depósito de encomiendas, farolería, telégrafo y atención al público) pero también poseía dos dormitorios, una cocina y un comedor destinados a casa-habitación del Jefe y su familia. En la franja de tierra entre el andén y la calle de circunvalación, don José tenía una importante huerta y criaba algunos animalitos.
Al año y medio de casados, en 1929, nació mamá: "Inesita"
Inés con sus padres: José y Hortensia
Inesita
A los 3 y 5 años de Inés nacieron sus hermanas "Queca" y "Maruca".
Inés, Queca y Maruca
A través de los relatos de Inés sobre sus andanzas juveniles, siempre se nos representó El Trigo como un paraíso terrenal, de vida en familia, contacto con la naturaleza e inocente curiosidad por las novedades que el tren traía de la ciudad.
Doña Matilde Martinicorena (quien muchos años más tarde, ya jubilada, vino a vivir a City Bell) fue maestra en El Trigo y en su libro “Recuerdos de una Escuelita Rural” (Buenos Aires, Ed. Publicidad Gráfica Beta, agosto de 1969) retrató el estilo de vida sencillo pero intenso de aquel pueblito. Leer algunos pasajes del libro
En la escuela Nº 3 de doña Matilde, Inés cursó de 1ª a 3ª grado, y debió vivir en casa de sus tíos en Azul para completar el 6ª grado.
De vuelta en El Trigo a partir de 1941, los años de la adolescencia transcurrieron en un pueblo que ya tenía algunas actividades sociales como bailes, fiestas, carreras cuadreras, etc. e infinitas posibilidades de compartir aventuras en las lagunas cercanas, andando a caballo o montados en la zorra (los días en que no pasaban trenes) con amigos y primos. En esos años Inés aprendió las tareas de la casa, a coser y bordar, a cocinar y hasta un poco de telégrafo en la oficina de su padre...
Durante la gobernación de D. Mercante se realizaron tareas de mejoramiento y ensanche en muchas rutas de tierra de la provincia. Entre ellas resultó favorecida la Nº 93 que pasaba por el frente de la estación El Trigo uniendo Las Flores con Saladillo. Las tareas de medición y amojonamiento, previas a las obras, eran llevadas a cabo por personal de Vialidad de la Provincia que formaban campamentos al costado de la ruta, buscando siempre la presencia de centros poblados o caseríos.
En el año 1948 se instaló uno de estos campamentos en proximidades de la estación y entre los trabajadores que durante sus horas de descanso andaban merodeando por el pueblo, uno, particularmente alto y que tocaba la armónica, comenzó a frecuentar la estación y nadie sabía bien por cual de las tres hijas de don José era el interés... Así es como Inés e Ive se conocieron…
Sin medios de comunicación, con un empleo que llevaba a Ive de un lugar a otro de la provincia y con una distancia entre La Plata y El Trigo que en aquella época parecía mayor que la que se mide en kilómetros, el noviazgo de la pareja fue corto y entrecortado: apenas dos años y medio.
En 1951, junto con la jubilación de José y la mudanza de la familia a Las Flores, Inés también dejó El Trigo pero para casarse y mudarse a La Plata…
El casamiento tuvo lugar el 31 de marzo de 1951 y viviendo en La Plata, comenzaron a evaluar la posibilidad de construir su propia casa y entre los posibles lugares terminaron eligiendo a City Bell. En aquel entonces City Bell era una localidad en la que todavía había oferta de terrenos a precios razonables y se encontraba relativamente cercana a La Plata. Además influyó el hecho de que allí viviera su primo Ernesto y Leticia
Construída la casa, se mudaron aquí en el año 1956…
Hacia fines del año 65, Inés y su prima Mercedes empezaron a planificar asociarse para poner un negocio y así nació
Pinocho.Inés y Mercedes
A partir de entonces Inés dejó de ser un ama de casa anónima, madre de tres hijos, para convertirse en madre sustituta, asesora sentimental, psicóloga y bibliotecaria voluntaria de cientos de chicos que estudiaron en el colegio Estrada.
Inés detrás del mostrador
Sentimos, con orgullo, que desde entonces nuestra mamá empezó a formar parte de muchas otras familias y podemos estar seguros de ello porque la gente nos lo recuerda permanentemente. Por la intensa relación que tanta gente tuvo con ella y por los bellos recuerdos que recibimos contínuamante, hemos querido compartir esta sencilla historia con ustedes…
Feliz día a todas las madres…
Juanjo, Daniel y Andrés
Querido Juanjo : nos encantó el merecidisimo homenaje que escribiste para todas las madres y que(muy merecidamente)fué dedicado a nuestra querida mamá Inés...Mucha gente la recuerda con cariño...Nosotros la extrañamos y la recordamos con inmenso amor(me hiciste llorar como hace mucho no lo hacía...Igual te quiero)
ResponderEliminarGracias Juanjo por contar la vida de mamá y expresar en tan lindas palabras lo que ella fue y es. Su legado (y el de papá) están presentes en cada centímetro cuadrado de "Pinocho" y en cada célula de nuestro ser/espíritu.
ResponderEliminarLo único que agregaría es que muchos creyeron que mamá estaba casada con un señor de apellido "Pinocho" porque siempre se la nombró como "La señora de Pinocho". nuevamente gracias por tan sentido y merecido homenaje.