Nota en Breathing City Bell



Ya comenté que la revista Breathing City Bell tuvo la deferencia de hacerme una nota, publicada en el número que en este momento está en la calle.

Quiero agredecer públicamente la gran cantidad de saludos y felicitaciones recibidas... y como la revista tiene circulación local (por ahora...) quise transcribir la nota para poder compartirla con familiares y amigos que no viven en City Bell.

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Este vecino, ingeniero en comunicaciones, dedica su tiempo libre a reconstruir los pasos de las primeras familias del lugar y documentar el correr del tiempo con materiales que compila para la comunidad.


Anhela el tiempo en el que las calles eran de tierra y se la pasaba afuera, en la canchita de la vuel­ta, disfrutando de su niñez con los chicos del barrio. Como un reflejo involuntario, se le dibuja una sonrisa cuando recuerda el City Bell de antes; cuando, al igual que ahora, vivía sobre la calle 15, actual 473 bis. De­fensor de las raíces, afirma que no rechaza el progreso sino que lo pretende armónico y productivo.

Así es Juan José Vendramin, nostálgico desde el pensamiento pero también en la acción. Él mismo se define como una especie de "recopilador" o "co­leccionista aficionado" del lugar donde se estableció con su familia paterna y donde eligió quedarse con su compañera, "Moni" Carrica.

"Me acerqué a la historia formal de City Bell a par­tir de un artículo del diario, y entonces comenzó mi curiosidad por lo demás", cuenta. "Lo demás" era lo que no estaba documentado, lo que había queda­do al margen de la historia, perdido en el anonimato de los primeros habitantes. Esos baches son los que busca reconstruir a través del contacto con diferentes vecinos, y un espacio de participación en In­ternet donde difunde sus relatos de vida, las que denomina "pequeñas grandes historias".

En cuanto a la de Juan José, un ingeniero en co­municaciones que se dice minucioso con los objetos, se desarrolla mayormente en unas pocas cuadras: re­parte su día entre su trabajo como personal civil de la Unidad de Comunicaciones del Ejército, y otro, en el colegio José Manuel Estrada, donde se ocupa de actividades administrativas e informática. Y aunque el tiempo para dedicar a su pasatiempo es poco, la entrega no es menor.

De a poco, se convirtió en una especie de histo­riador virtual de City Bell. Empezó hace una década con la apertura de una página Web, ligada a un pro­yecto más ambicioso. "Osvaldo Fábrega, que era ve­cino de City Bell, había avanzado en un proyecto para hacer un museo aquí. La idea era muy completa. Se instalaría en el edificio de comunicación, en el tanque de agua o en algún edificio público, y contaría con el respaldo de empresas de la zona, como podía ser una cadena de supermercados u otras. Fue tan concreto que se llegó a hacer un lanzamiento en la plaza. Pero finalmente no se realizó", relata Juan José.

Lo que sí quedó en marcha fue el lugar, donde or­denó y volcó información escrita y gráfica para difundirla. Su padre, agrimensor, le había dado varios mapas de la zona cuando no había subdivisiones. "Es mi aporte a City Bell, que se ha poblado con nuevos habitantes. Y si la gente no conoce los valores de este lugar a través de la historia, no puede defenderlo".


Inés, Ive y Juanjo


Con ese compromiso, este ciudadano apa­sionado por lo propio asumió una gran responsabili­dad cuando varios colaboradores se le acercaron para aportar información. "Algunos vecinos, como Carlos Büchele (nieto de Tobías Büchele, unos de los hombres que puso los cimientos del lugar), por ejemplo, me pusieron a disposición los recuerdos y objetos de sus ancestros, para mostrados de una forma que se puedan preservar", cuenta emocionado.

El blog no explota de visitas, pero ya acumula algunas miles. A Juanjo lo gratifican las adhesiones, por breves que sean. Y el simple hecho de comunicar: "Que un joven se entere de algún hecho, o que un abuelo se identifique con una foto", ese es el premio.

Un resultado visible de su trabajo es el video de casi 40 minutos que proyectó para el aniversario de City Bell en una de las ventanas del Estrada. De este material disfrutaron los transeúntes que pasaron por allí los días de celebración al caer la tarde. "Lo interesante es que eso pertenece a todos, no tiene un dueño, no es excluyente", se enorgullece.

En las imágenes que se suceden hay un re­corrido cronológico y comparaciones entre fotos históricas y actuales de distintos parajes del lugar -la estación de tren o las primeras casas, por ejemplo- Según el autor, los colegios de la zona le solicitaron el material proyectado para acercar la historia a los alumnos. Además, pronto se realizará un encuentro para que los protagonistas de esa historia puedan ver el documental. "Además de que puedan apreciar las fotos más cómodamente, lo interesante de este en­cuentro serán los comentarios de esas personas, co­mo aportes a la historia misma", aclara Vendramin, que ya vislumbra una proyección 3D para festejar el centenario de City Bell en unos años.

Esta pequeña ciudad con aire de pueblo, dice Juan José, está repleta de manifestaciones culturales que hay que saber valorar. Por ejemplo, el mes pasado se realizó un recorrido a pie por las casas históricas. "Allí se mezclaron viejos residentes con integrantes de familias recién llegadas". La idea es repetir esa mecánica integradora, con más caminatas basadas en otros conceptos.


Caminata "Mirando casas"


Como anhelo, todavía conserva el deseo por un espacio donde se exponga la historia. "Me gus­taría participar en un proyecto para crear un museo dinámico, no convencional, que se constituya con los aportes de la gente. Me encargaría de lo práctico, las instalaciones, lo que tiene que ver con mi profesión", se compromete.

Se trata de valorar lo que emana del lugar, ya sea creación del hombre o no. Juanjo suele salir a caminar con la cámara fotográfica para retratar aves, o escenas que merecen retratarse, como un padre jugando con sus hijos en la plaza. Así, construye y documenta el día a día actual, para luego hacer el ejercicio de mezclado con una historia sobre la cual, a su entender, hay que construir y no aplastar.


Ive, Inés, Dany y Juanjo en uno de los ombúes de Jorge Bell

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